viernes, 11 de abril de 2008

Fantasmas de la mente

A veces, aparece en nuestra mente una nube de fantasmas que nublan nuestro entendimiento y nos dan una imagen distorsionada de la realidad.
Nos disfrazan los sentidos, nos proyectan su propia visión de las cosas y acabamos sucumbiendo, sin querer, a los caprichos que nos impone a modo de pensamientos oscuros y recurrentes.

El amor, siendo uno de los sentimientos más fuertes que hay, por no decir el que más, es, a la vez, el más frágil, el que más fácilmente puede quebrarse por una nimiedad. Pero ese es el falso amor, el egoista.

Hay otro tipo de amor, el que se basa en la confianza, en la espera, en la entrega, en dar sin pedir nada a cambio.
Ese es el que quiero construir con Ella, apartando todos los fantasmas que puedan, de una u otra manera, hacerme ver a otra persona distinta.

Reconozco que caigo una y otra vez y que, una y otra vez debo luchar conmigo mismo para apartarme de todo cuanto me aparte de Ella.
Son celos, miedo a que alguien pueda arrebatarme lo que considero mío y no me doy cuenta que no poseo propiedad alguna sobre Ella, ni la deseo.
No deseo la propiedad, sí a Ella como ser que se entrega a mi y es en esa lucha en la que ando y quiero andar, construyendo un camino que la lleve a mi, por el que quiera pasear sin miedos, con el deseo de encontrarme, con indicaciones claras de donde estoy y quien soy, con la posibilidad de que, si algún día decide abandonar ese camino, lo haga sin ataduras aunque yo sucumba en el más triste de los infiernos.

Sé que a Ella le pasa igual y me animo a comprenderla y consolarla y hacerle ver que mi amor es único, limpio. Que no albergo en mi mente más mujer que Ella, la única mujer de la que estoy enamorado desde que tenía 15 años.
Que es tan fuerte mi amor por Ella que no cabe nada más en mi corazón y necesito que lo sepa, no por mis palabras, sino por mis acciones, por mis ojos cuando vuelva a decirle una vez más que LA AMO.