domingo, 17 de agosto de 2008

Atrapado

Mi estado de ánimo está bajo mínimos. El destino, antes o después nos hace ver su fortaleza y se nos muestra contundente. ¿Crees que puedes esquivarlo?
Hoy pasó lo que temía. Ella se ha encontrado con su amigo JM. No es más que un amigo, quiero pensar, pero mi intuición es mi mejor aliada, siempre lo ha sido y me dice que recele.
Me encuentro en un callejón sin salida. Porque la quiero no puedo impedirle nada, no quiero poner condiciones a nuestro amor. Pero por eso mismo, la angustia me mata en este momento. No cariño, no dudo de ti, dudo de él.
Ahora, sólo pensar que en cualquier momento puede encontrarse con él, al salir a pasear, a comprar, a la playa, a lo que sea...que vendrán los cafés, la cercanía, los recuerdos de buenos momentos compartidos, la complicidad de aquellos tiempos, las confesiones, las ayudas, las deudas,...¿necesito seguir?
Creo que le debo, ante todo, sinceridad. Por eso desde aquí dejo lo que siento para que entienda por qué pienso así. No es fruto de unos celos patológicos, de verdad que no. Es que veo una amenaza y no puedo controlarla. Yo no estoy allí, no puedo verla. Es más, no lo conozco a él, no conozco su rostro, no sé cómo la mira, no sé sus intenciones, pero sólo en la manera en que me ha hablado de él, me dice muchas cosas. Si le añado que él estuvo enamorado de ella en algún momento...
Este verano es el peor de mi historia. Pensé que podría aliviarlo yendo a verla, pero esta sensación de montaña rusa que experimento no sé describirla. Parece que el destino quisiera jugar con mis sentimientos y me pusiera pruebas contínuas hasta ver a donde soy capaz de llegar.
Sólo tengo ganas de llorar de la impotencia de encontrarme atrapado en mí mismo, sin saber qué hacer para no hacerle daño, aunque sea a costa de hacermelo yo.
Ayer, leía los comienzos de este blog y entiendo perfectamente alguna que otra vez que decía que me dejó por miedo, por celos. ¿Puede ser tan fuerte ese dolor que te obligue a huir?
No tengo ningún derecho a quebrar su mundo. Para colmo, la distancia hace que no podamos hablarnos con tranquilidad, mirándonos a los ojos para tranquilizarnos (o no)
También tengo miedo de que se canse de esperarme y que en ese tiempo, él tome posiciones y me arrebate su amor.
Trato de ser racional y racionalizarlo todo, pero estoy agotado, no puedo seguir.