martes, 8 de julio de 2008

La niña de ojos de lago

Del lago aquél,
donde mi niñez fantaseaba con ser mayor,
nada quedó.
Su recuerdo se esfumó como la primavera,
pero acaso, sin volver.

De sus aguas cristalinas,
donde mis deseos lograban apaciguar mi alma,
nada quedó.
El lodo y la maleza invadieron lo que fué su presencia divina.

La niña de ojos de lago,
se marchó entre callejones,
dejando tras de sí los lamentos
de vírgenes sentimientos,
sin contemplaciones.

Del nido aquél,
donde mis labios quisieron crear futuro,
nada quedó.
La tristeza del abandono transitaba por él, sin más compaña que el olvido.

La vida, buscando unos ojos, se hizo difícil de domar.
La vida de un destino insatisfecho, sólo buscaba lo que el alma le gritaba a voces desde el fondo de su corazón.

Un día, sin esperarlo, mi esperanza se encontró de nuevo frente al lago de aguas cristalinas y volvió, con el cuerpo sumido en temblores, a dejar una rama en el nido que antaño creyó suyo.

Vagabundo en su boca, mendigo de sus besos, polizón de sus deseos.

Mi cuerpo pierde esencia y se abandona a los brazos de la niñas de ojos de lago.