martes, 2 de octubre de 2007

Húmeda poesía

No deja de sorprenderme. Ella es así.
Cada día es nuevo a su lado; cada sensación, distinta.
A veces sólo intuyo el mar profundo e infinito donde me sumerjo cuando estoy con ella; otras veces, descubro que mis intuiciones son ciertas.

Esta poesía se la dedico a ese pequeño trocito de su ser que, ambos, acabamos de descubrir...


No puedo parar el carrusel
de esta feria que provocas.
Cada vez que te deshaces en mi boca,
te apoderas por completo de mi ser.

Cálida cual brisa
del mar al atardecer,
dulce de bergamota,
salada como tu piel,
tierna a mis envites,
majestuosa a la vez,
dócil cuando la espero,
impetuosa también,
tu humedad me envuelve en deseos
de abandonarme y, tal vez,
no despertar del ensueño
que me produce tu miel.




Ambos en la humedad y la calma

Si que sí es húmeda como el mar
y apasionada como la primera experiencia que lo es,
suave y ardiente como petalos de rosas y pimienta turca,
que se deshacen con ella,
para darles ese sabor especial
al cocinero de mi corazón.

Fluye de mi sin poder parar su impetu
para adentrarse en la cueva de la pasión
que es ardiente siempre y generosa
llena de vida y de ilusión
buscando en mi el sabor a bergamota
que siempre encontrará en ella.

A la vez es calmada y melancólica
añorando el sabor del pasado
y buscando el sabor nuevo de los años.
Encuentra la calma introducida en la cueva del amor,
comprobando la pasión que enciende en ti.