jueves, 30 de agosto de 2007

El destino me la trajo de nuevo...

Esa tarde mi corazón se detuvo y comenzó a latir con un ritmo distinto...estaba allí, en la óptica, con su hija.
Habían pasado 27 años sin saber nada de ella. Yo la imaginaba más gorda, deteriorada por los años, como a todos, pero no podía dar crédito a lo que estaba viendo. No había cambiado nada. La niña de 14 años de la que me enamoré estaba delante mía. Seguía tan delgada como siempre, pero su semblante era mucho más serio del que yo recordaba.

Me apresuré a leer una receta médica que llevaba en la mano para asegurarme que era ella. Una vez lo confirmé, esperé en la óptica a que saliera para intentar hablar con ella.

-"hola, ¿tú eres ...?", "no sé si te acuerdas de mi, yo soy ... de la barriada"


Al principio consigió engañarme al decirme que no se acordaba de mi, luego comprendí que era una estrategia. Enseguida leí en sus ojos que trataba de esquivar los míos, pero volvían una y otra vez a buscarme. Me miraba los labios, yo no podía apartar la vista de los suyos.


Fue un encuentro fugaz, sin tiempo para nada, sólo conseguí averiguar el nombre de su calle. No pregunté nada más, para mi era suficiente, ya averiguaría el resto.

Durante muchos días después no pude dormir, me arrepentí una y otra vez de no haberle pedido el teléfono para poder llamarla y saber de ella.
Me recorrí su calle una y otra vez entrando en los portales de todas las casa para buscar en los buzones, busqué el las guías pero nada...algunos sábados acudía a una cafetería de su calle y me sentaba tras las cristaleras a ver si la veía pasar.
En mi pecho notaba una mezcla de alegría y angustia, pero siempre con esperanza.

Confiaba que el destino, que me la había traído después de tantos años, siguiera de mi parte y me condujese de nuevo hasta ella... sólo era cuestión de tiempo ¿otros 27 años, quizás?