miércoles, 29 de agosto de 2007

Una búsqueda constante.

Conseguí reponerme gracias a mis amigos, los amigos de siempre que abandoné por ella. Solíamos ir a ver carreras de coches y de motos (mi pasión), incluso me atreví a participar en algunas con más pena que gloria.
Con un vecino, organizamos una especie de club de música y lectura en la calle Feria. Era un club social perteneciente a una Entidad Financiera de la ciudad. Me encargaron de abrir y cerrar el club y de poner la música y controlar los libros. Me dediqué a ello en cuerpo y alma. Hice de "disk-jockey", dedicaba canciones a los chicos y chicas según me iban pidiendo, ponía una y otra vez las canciones que me recordaban a ella, construí un órgano de luces,... con el tiempo, el club multiplicó por 10 los socios y se hizo irrespirable.

Recuerdo que una tarde de sábado ella vino a visitarme al club: -"Jose, ahí abajo hay dos chicas que preguntan por ti-". Me dió un vuelco el corazón, sólo podía ser ella. Se me ocurrió de pronto que si oía la canción "killing me softly..." le recordaría nuestro baile...pero no subió. De nuevo las lágrimas se apoderaron de mi y tras unos minutos de bloqueo, salí a buscarlas. Me recorrí toda la calle varias veces yendo y viniendo a su casa por si la veía. No hubo éxito. Con mi frustración a cuestas, regresé al club. Era el 26 de enero de 1975. Esa tarde, en medio de mi frustración, conocí a la que, once años después, se casaría conmigo.

Durante esos once años que duró mi relación, nunca dije que fuese mi novia. Sólo tuve una novia y ese lugar estaba reservado para ella. Recuerdo de llevarla a los mismos sitios donde iba con María (sin nombres, ella sabe quien es), buscaba en el aire su recuerdo, estaba cegado.

En la primera cita fuimos a tomar café a la misma cafetería donde iba con María, le enseñé las fotos de mis amigos...entre ella estaban las fotos de ella. "¿Quién es?" -preguntó- "Mi novia" -respondí- Mientras, sonaba la canción de Victor y Diego "La historia de un café"

Durante esos once años, mi vida fue un poco inestable sentimentalmente hablando. Sin saberlo la buscaba a ella en una sonrisa, en una mirada, en un beso...
En los primeros años, le escribí varias veces, le dejé flores en su buzón, pero no tuve señal alguna.

Cuando cumplió los 18 años, pensé que podía recuperarla, pero ya era tarde. El recuerdo de lo que yo había sufrido me impidió romper mi relación. Me sentí fracasado.
Me enamoré de la sonrisa de una compañera de facultad (era la sonrisa de María) pero resultó estar vacía. Tuve muchos altibajos sentimentales. Nunca volvería a encontrarla, lo asumí e intenté borrar su recuerdo.

Siempre me martirizaba a mi mismo por no intentar recuperarla. Tenía una espina clavada en el corazón que me hacía sangrar constantemente. Nunca pude olvidarla. Me casé pensando que quien podía estar a mi lado era ella -cuando el cura me preguntó...¿quieres por esposa a...? respondía internamente -"podía ser ella quien estuviera aquí" Era consciente de que el paso que daba me alejaba definitivamente de María. Acepté y le dije adiós a mis recuerdos.

Sé que soy injusto con mi mujer, pero he prometido no engañarme más a mi mismo. Yo quería a mi mujer cuando me casé, pero estaba enamorado de María.

Nunca más supe de María, nunca hata que que pasaron 27 años.