martes, 11 de septiembre de 2007

Las fotos en tu casa

Una tarde, aprovechando una escapada "inesperada", la acompañé a pasear a su perro. El corazón galopaba de manera endiablada y no era capaz de articular palabra. Durante el paseo le pedí que, cuando tuviera ocasión, me mostrase algunas fotos suyas de cuando era niña (siempre tuve la necesidad de ver fotos de sus 14 años en adelante como consuelo a no haber pasado esa época con ella)

Mi sorpresa fué que me invitó a ver las fotos en su casa!!! No podía creerlo. No sabía si sería capaz de ir, no me sentía con la valentía suficiente. Sin duda, María era mucho más decidida que yo y no dudaba ni un instante en que subiría.

Desde que entré tuve una sensación extraña, casi podía adivinar las estancias de esa casa, su olor me era familiar (¿olía a ella?) La casa era un reflejo exacto de mi amada: llena de luz, cálida, entrañable y plagada de recuerdos.

Recuerdo perfectamente mi indumentaria: pantalón vaquero, camisa vaquera, chaqueta vaquera...el calor me estaba consumiendo, los nervios no me ayudaban nada.

Me trajo dos álbumes con fotos mezcladas de varias épocas de su vida. Me encantaba verlas; sobre todo, aquella vestida de flamenca...preciosa!!!
No disponía de mucho tiempo y no pude recrearme mucho en ellas, pero me prometió volver a enseñármelas.
Entre foto y foto, entre nervios y sudores, nos besamos con esos besos que tanto me gustaban y que me recordaban a mi novia de 14 años; eran besos tiernos, pudorosos, casi de adolescentes (en el fondo seguíamos siendo adolescentes).

Cuando salí de allí, algo había cambiado en mi. El deseo de volver a su casa se había instalado en mi mente y me obsesionaría para siempre. Algo me atraía sin remedio hacia allí, quizás el deseo de hacerlo mi hogar...aunque fuese en sueños.