lunes, 17 de septiembre de 2007

Las olas y la arena


Los recuerdos vienen y van por la mente casi sin control.
A veces despiertan en nosotros sensaciones vividas; otras veces, sólo pasan de largo y se pierden en el invierno del olvido.

El pasado sábado, mientras volvía de un viaje, vino a mí un recuerdo que he tratado de rescatar y dar sentido. Y lo tiene, vaya si lo tiene...

En uno de los veranos de mi adolescencia, un atardecer, hacía lo que otros muchos atardeceres y otros muchos humanos: contemplar la puesta de sol en la playa.
Reconozco que, desde pequeño, siempre me sentí atraído por el mar; mis pensamientos solían vagar hasta el infinito de su inmensidad...
Bueno, no quiero perderme.

Una tarde, sentado en la orilla, pensando en la mujer que por entonces ocupaba mi corazón, hacía dibujos en la arena con un palo que me había traído la corriente.
Escribía su nombre, esculpía toscamente su rostro y pintaba corazones... Los amigos me miraban y se mofaban de mi por sentirme enamorado, pero me daba igual.

En una de las ocasiones, tras haber dibujado un corazón, vino una ola y lo deshizo.
Cuando el agua se retiró, no quedaba ni rastro del corazón que dibujé. Mi amigo me comentó..."cuidado que las olas se llevan la arena y todo lo que hay en ellas"
Pensé para mi que sólo era un dibujo y que podría hacer más.

Con el tiempo, descubrí que hay cosas que no pueden sustituirse, que el primer corazón que dibujé, el que se llevó la ola, era el auténtico y el resto de corazones eran pura imitación.

Ahora, soy capaz de sacar más conclusiones y por eso me siento esperanzado. El mar, el mismo mar que me arrebató ese corazón de arena con nuestras inciales, es el que le devuelve la arena a la playa. Sólo es cuestión de tiempo, de saber esperar y tener aún el deseo de volver a dibujar el corazón.

El destino me arrebató la mujer que quería; pero ha sido el mismo destino quien me la ha vuelto a traer. La confianza, la esperanza y el amor a ella son los que me permitirán volver a construir el auténtico corazón y, si fuese necesario, grano a grano.

LA AMO